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Los Lugares y Personas que Dan Forma a Nuestras Vidas

  • Writer: Coach Samantha
    Coach Samantha
  • Oct 13
  • 7 min read

Mientras me siento y disfruto de la melodía y los cantantes de tiempos pasados, como Sonora Matancera, no puedo evitar pensar en cuánto una cultura particular de personas me moldeó y enseñó a una versión más joven de mí misma lo que es lo más importante en la vida.


El viajar ha jugado un papel esencial en mi crecimiento personal, ampliando mi capacidad para ver el mundo. Nos saca de nuestras zonas de confort, ayudándonos a darnos cuenta de que el contexto en el que crecimos es solo una forma de vivir. El ganar apreciación por diferentes culturas y formas de vida ha fomentado una profunda curiosidad y una verdadera capacidad para apreciar la belleza de ser acogido en otro mundo.

Recuerdo la primera vez que visité Cuba, un país que me ha moldeado de maneras que las palabras no logran describir. Yo era joven, y mis viajes eran pocos. Una cliente del banco donde trabajaba como cajera me animó a visitar, ya que me pidió que la ayudara a traducir cartas de una amiga que se había vuelto muy querida para ella. Al traducir esas cartas, mi corazón se conmovió por su amabilidad al agradecerme por apoyar a su amiga. Ella me animó a visitarlos y conocerlos.


Un día, lo hice. No solo esta increíble mujer me dio la bienvenida en su casa, sino que también lo hicieron los vecinos y la familia. Prepararon un festín para nosotros, un festín que probablemente tomó más esfuerzo del que me di cuenta en esa época. Sabía que la familia tenía medios muy humildes, y había llevado regalos de parte de ella y en mi nombre.

La anfitriona y su esposo comieron con nosotros, y el resto de la familia y amigos esperó hasta que termináramos para asegurarse de que tuviéramos suficiente. Fue increíblemente bello recibir tal hospitalidad y ser tratada de esa manera. Mis padres, ambos inmigrantes en Canadá que habían experimentado dificultades financieras, me habían enseñado que muchas personas en todo el mundo luchan, pero aún tienen corazones de oro, y debemos apoyarlas cuando sea posible.


Este viaje dejó tal impresión que regresé después, en una transición significativa en mi vida, dejando atrás mi comunidad, mi religión y todo lo que conocía para adentrarme en un mundo incierto. Una vez más, me conmovió la simplicidad de la vida, la belleza de estas almas que, a pesar de no tener muchos de los comodidades que damos por sentadas en Canadá, encontraron la felicidad y paz en los tesoros invaluables de la comunidad, la resiliencia y la esperanza en un futuro mejor.

Canadá ha mantenido fuertes lazos comerciales con Cuba y la ha promocionado como destino turístico durante décadas. Esto es algo especial y necesario, especialmente dado que los embargos impuestos al país han causado dificultades significativas para la gente local.


Durante mis visitas, hice un esfuerzo consciente por aprender más sobre la cultura y las personas que me habían conquistado con su nobleza y amabilidad. Al ser fluida en español, pude tener conversaciones profundas sobre la vida, la política, la religión y el significado de la existencia. Me sentí realmente honrada de que confiaron en mí para compartir su perspectiva del mundo y sus luchas en la vida. Nos reímos, compartimos comida, jugamos dominó, bailamos, cantamos y nos conectamos a través de lo que todos compartimos: nuestra humanidad. Hice amistades que han perdurado durante décadas, y cada vez que regresaba, sentía que volvía a casa con mi familia.


Una Visita a la Escuela: Un Momento de Conexión Pura

En una de mis visitas, sentí que debía hacer algo diferente, algo que ayudara a hacer una pequeña pero significativa diferencia en la vida de unos niños de Cuba. Había escuchado sobre una escuela local y decidí llevar suministros que pudieran beneficiar a los estudiantes. Como siempre, empaqué cosas que sabía que serían útiles: ropa, medicinas, toallas sanitarias y otras necesidades que a menudo son costosas y difíciles de encontrar.

Le pedí a uno de los caballeros con los que me había hecho amigo que arreglara un chofer, y juntos nos dirigimos con bolsas llenas de útiles escolares. Mi corazón latía con emoción mientras nos acercábamos a la escuela, ansiosa por conocer a los niños y compartir con ellos un pedazo de lo que había traído.


Cuando llegué, expliqué que venía de Canadá y quería regalarles algunos suministros a los niños. La maestra me invitó cálidamente a la clase, donde fui recibida por los ojos curiosos de hermosos niños, de entre 3 y 12 años. Fue un espectáculo para la vista, tantas mentes curiosas y ansiosas en una misma sala, todos bien comportados y atentos.

La maestra les pidió a los estudiantes que compartieran lo que habían aprendido esa mañana. En unísono, recitaron sus lecciones de memoria, con sus voces llenas de orgullo y emoción. Me sorprendió su disciplina y la profundidad de su conocimiento.

La maestra luego me invitó a decir algunas palabras, y me sentí honrada de dirigirles la palabra. Les dije que estaba emocionada de conocerlos, compartí un poco sobre Canadá y les hablé de la nieve. Les dije que cada copo de nieve era como una estrella delicada y hermosa, única en su forma, igual que cada uno de ellos. Hablamos sobre los animales que tenemos en Canadá y compartí historias sobre mi vida en casa. Fue un momento de pura conexión, a través de culturas, a través de lenguajes, y a través de las millas que separaban nuestras vidas.

Al salir del aula, mi corazón se sintió pleno. Fue otro precioso recuerdo añadido al álbum en mi corazón, un momento de simplicidad y belleza que nunca olvidaré.


Un Regalo Preciado: Un Momento para Recordar

En 2019, tuve el privilegio de visitar una segunda familia que había capturado mi corazón en Cuba. La experiencia fue aún más profunda esta vez, ya que desarrollé un vínculo muy cercano con la abuela de la familia. Esta familia me había dado la bienvenida como si fuera una más de ellos, y llegué a admirar su fortaleza, simplicidad y el amor que se tenían mutuamente.

En esta ocasión, mi amigo y yo decidimos no cenar fuera, sino llevar comida del mercado para compartirla con la familia. Fue un pequeño gesto, pero sabía que sería significativo. Al llegar a su humilde granja, me recibió la familiar calidez de su hospitalidad. La casa, aunque simple, estaba llena de amor y risas.


Mientras preparaban la comida, ayudé a la abuela a separar el arroz para la cena. Su presencia era tranquilizadora, y nos conectamos de una manera que trascendió el lenguaje y la cultura. Mientras uno de los hermanos cocinaba, la abuela me preparó un café cubano fuerte y dulce, un recordatorio de la calidez de la vida cubana.

Después de que la comida estuvo lista, todos nos reunimos alrededor de la mesa, comiendo juntos y compartiendo historias. La comida, preparada con amor, fue más que solo sustancia; fue un símbolo de la comunidad. La familia y los vecinos trabajaron juntos en armonía, cada uno desempeñando un papel en hacer que la velada fuera especial.

A medida que la noche avanzaba, la música cubana llenaba el aire. El ritmo de los tambores y las melodías de las canciones elevaron nuestro espíritu, y me encontré cantando las baladas familiares de Cuba. El vecino, que también era un querido amigo de la familia, se unió a mí, y nuestro dueto improvisado trajo aún más risas y alegría. Su pasión por la canción fue contagiosa, y pronto todos nos sumergimos en la alegría del momento. Las risas que siguieron fueron un hermoso recordatorio de los placeres simples que la vida ofrece.


Al final de la noche, la abuela me llevó a su habitación y me mostró una manta colorida y cálida en su cama. "Gracias," dijo, mirándome con tanta sinceridad. Al principio me sentí confundida, pero me di cuenta de que se refería al pequeño dinero que le había dado en una visita anterior. "Con esto compré esto," explicó, con los ojos llenos de gratitud. La abracé con fuerza, conmovida. En ese momento, sentí que nos conocíamos a través de muchas vidas, no solo en esta existencia, sino en el pasado también. Nuestras almas parecían entrelazarse de una manera que trascendía el tiempo, y supe que este sería un momento que nunca olvidaría.

Más tarde, la abuela me regaló un delicado vaso de cristal, uno que me había dado para usar durante nuestra comida. Fue un gesto atento, y lo atesoro hasta el día de hoy como un recordatorio tangible de la calidez y el amor que experimenté en esa casa.


Una Conversación Que Cambió Todo

Más tarde esa noche, mientras estábamos afuera bajo las estrellas, el hijo mayor de la familia—un hombre brillante y reflexivo—me apartó. Había observado mi interés genuino en su cultura y en los momentos compartidos de alegría. En silencio, me preguntó: “¿Qué piensas realmente sobre cómo vivimos?”

Miré sus ojos, sintiendo un nudo en la garganta. Me había conmovido tanto su hospitalidad, la simplicidad y la fortaleza de la familia. Pero esta pregunta fue más profunda. "¿Realmente quieres saber?" pregunté, con voz suave. "Sí," respondió, con una expresión llena de curiosidad y vulnerabilidad gentil.


Respiré hondo y respondí: “Ustedes tienen una riqueza que muchas personas en el mundo, a pesar de tener comodidades materiales, darían lo que fuera por tener. A pesar de la falta de posesiones materiales y comodidades modernas, viven de una manera que muchos envidiarían. Tienen amor, alegría y paz en sus corazones, y esta es la clase de riqueza que no puede comprar el dinero. Su familia está unida, y sus vecinos—bueno, ellos también son como familia. Se ayudan unos a otros sin dudarlo. Eso… eso es verdadera riqueza.”

Sus ojos se suavizaron y simplemente asintió. Me dio un gran abrazo mientras las lágrimas recorrían mi rostro. Nos quedamos en silencio un rato, dejando que el peso de la conversación se asentara. Pude ver lo profundamente que mis palabras le habían llegado. Entendí entonces que, aunque enfrentaran dificultades, eran ricos de maneras que muchos de nosotros, en nuestra búsqueda de éxito, a menudo pasamos por alto.


El Verdadero Significado de la Riqueza

La simplicidad y humildad del pueblo cubano me han moldeado de maneras profundas. Me han enseñado a apreciar la magia de la cultura, el valor de la música y la importancia de la verdadera comunidad. A pesar de carecer de riqueza material, las personas de Cuba viven en una riqueza espiritual, una riqueza de conexión y unidad que es invaluable.

A medida que el país enfrenta desafíos cada vez mayores, solo espero que el mundo reconozca la importancia de apoyar a estas personas increíbles. Se merecen lo más básico: acceso a la atención médica, alimentos y la oportunidad de construir un futuro sostenible para ellos mismos.



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