Redescubriendo las partes perdidas de ti: sanando a través de las transiciones, los cierres y los nuevos comienzos
- Coach Samantha

- Sep 9
- 3 min read
¿Alguna vez has notado que cuando la vida cambia, partes de ti desaparecen en silencio también? Sucede en medio de las transiciones—cuando se cierran puertas, cambian las identidades y quedamos reconstruyéndonos. Hablamos mucho sobre el duelo, la resiliencia y los nuevos comienzos, pero casi nadie nos prepara para las pérdidas ocultas: los pasatiempos, las pasiones y los pedacitos de nosotros mismos que se quedan atrás. Sin embargo, esas partes perdidas pueden convertirse en llaves para sanar y volver a sentir alegría, si nos damos el permiso de recuperarlas.
He vivido mis propias transiciones: dejar un culto religioso, salir de relaciones poco saludables e incluso separarme de familiares que no entendían mi necesidad de establecer límites sanos y encontrar paz.
Al otro lado de todo eso, puedo decir con certeza que me dio una fortaleza más allá de lo que jamás pensé posible. Me dio compasión, empatía y un oído atento para los clientes que lloran por la pérdida de tener que dejar relaciones destructivas, y después celebran su alegría al comenzar de nuevo. Todo es parte del ciclo: pérdida, duelo, redescubrimiento y renacimiento.
Perder—y recuperar—tu voz
En medio del esfuerzo por construir una nueva vida, no siempre nos damos cuenta de las piezas que se caen por el camino. A veces es el lado creativo, otras veces son las pequeñas alegrías cotidianas.
En mi caso fue el canto. Cuando dejé el culto, también dejé atrás un mundo donde cantar era tan natural como respirar. Pero al cerrar esa puerta, mi voz también se apagó. Literalmente. Dejé de cantar. Cada vez que lo intentaba, me abrumaban la tristeza y la pena. Mi voz simplemente no salía.
Sabía que no podía dejar que esa parte de mí desapareciera. Así que busqué un maestro de canto en Toronto: Art Nefsky en Showoffs Studio. Con paciencia, humor y aliento, me ayudó a descubrir poco a poco la voz que había quedado enterrada detrás del dolor. Siempre estaré agradecida por las risas entre lágrimas y la alegría de volver a cantar a todo pulmón.
Recuperar la alegría en los rituales cotidianos
¿Qué partes de ti has dejado atrás porque te recuerdan a una vida que ya no encaja? Sácalas del baúl. Si alguna vez te dieron alegría, pueden dártela otra vez.
Mudarse a Medellín me ha dado un nuevo comienzo en muchos sentidos. ¿Ha sido fácil? No. ¿Ha valido la pena? ¡Sin duda! Algo que he aprendido es que la distancia y el tiempo revelan la verdad de las relaciones. Las que estaban construidas en la conveniencia se desvanecen, mientras que las que están enraizadas en el amor y la autenticidad se hacen más fuertes. Y en su lugar, florecen nuevas conexiones—un hermoso rayo de luz después de cada final.
Hace poco me encontré horneando pan de banano. Durante años evité la cocina después de que terminara una relación dolorosa. Antes solía hornear todo el tiempo—preparaba conservas, postres, todo tipo de creaciones hogareñas. Pero cuando esa etapa se cerró, también se cerró mi conexión con la cocina.
Un día, al ver unos bananos muy maduros en mi mesón, sentí el impulso de recuperar esa vieja alegría. Compré moldes, una batidora e ingredientes, y pronto mi casa se llenó con el aroma del pan de banano recién horneado. La dicha que sentí al mantequear el molde, mezclar la masa y meterla al horno fue pura magia. Era familiar, reconfortante, y lo hacía únicamente para mí. Un regalo que me daba a mí misma.
La invitación: vuelve a lo que extrañas
Te invito a volver a esas partes de ti que dejaste a un lado. Si sientes nostalgia por ellas, es porque aún viven dentro de ti, esperando renacer. Pon esas canciones que tanto amabas—para mí son las de Orchestral Manoeuvres in the Dark o INXS—y baila como lo hacías antes. Canta, pinta, escribe, hornea, siembra, juega. Hazlo sin más propósito que el de despertar la esencia de quien eres.
Porque a pesar de los finales, las transiciones y los nuevos comienzos—tu esencia nunca desaparece. Sigue ahí, esperando a que la recuerdes.
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